Jueves 10 de abril de 2008 16:27 GYT
Por Marc Frank
LA HABANA (Reuters) - Reformas aprobadas por el nuevo presidente Raúl Castro para permitir la venta de computadoras, reproductores de DVD y teléfonos celulares, además de permitir que cubanos se alojen en hoteles son un reconocimiento de la creciente inequidad en el país comunista.
Los bienes y servicios están disponibles sólo para los cubanos que tienen moneda dura con la que pagarlos, que son los pesos convertibles, o CUC, que valen 24 veces más que el peso cubano con el que se pagan la mayoría de los salarios.
La mayoría de los ítems y servicios estaban antes disponibles en el mercado negro para aquellos dispuestos a violar la ley para comprarlos y arriesgarse a que los productos fueran confiscados.
El permitir legalmente su venta, facilita la vida a aquellos cubanos con acceso a los CUC, que están fijos en 1,08 dólares, pero también resalta las inequidades en un país donde el salario promedio es equivalente a unos 17 dólares por mes.
Mientras que profesionales como doctores y docentes tienen salarios estatales muy bajos, aquellos cubanos que reciben dinero de familiares en el exterior, propinas de turistas, dirigen pequeños negocios, viajan en misiones gubernamentales al exterior, reciben bonificaciones en CUC, o venden bienes en el mercado negro, tienen un poder adquisitivo mucho mayor.
Sin embargo, eso podría cambiar pronto, con un nuevo código laboral que por primera vez no pone un límite al salario estatal de un individuo, en tanto esté vinculado con la productividad.
Los cubanos no se sorprendieron por las medidas tomadas por Raúl Castro a pocas semanas de suceder como presidente a su convaleciente hermano Fidel Castro, pero algunos se sintieron frustrados.
"Me niego a comprar un ciclomotor eléctrico de 98 CUC. Este precio es como comprar una limusina en cualquier otro país; es más de cuatro veces mi salario mensual," dijo un médico tras visitar una tienda de electrodomésticos donde los nuevos artículos de consumo estaban a la venta.
INCENTIVOS
Por su parte, el trabajador del sector azucarero Ernesto Martínez dijo que la mayoría de personas apoyan las medidas, pese a la inequidad que revelaron.
"Todos se dan cuenta de que estas medidas podían de una manera u otra exponer diferencias, pero si no las tomamos, ãqué ocurrirá?," formuló en una entrevista telefónica desde el campo.
"La gente tiene que trabajar en cualquier sociedad, pero si no hay incentivo en la vida, no trabajan, al menos la mayoría," agregó.
Cuba se enorgullece de ser la sociedad más igualitaria en América Latina, pero la inequidad no es nueva en la isla. Alrededor del 15 por ciento de la población tiene el 85 por ciento de los pesos que hay en el banco.
Cuando la caída de la Unión Soviética arrojó a Cuba a su peor crisis a principios de la década de 1990, el entonces presidente Fidel Castro anunció amargamente que el dólar estadounidense se convertiría en moneda de curso legal junto al peso cubano.
Casas de cambio estatales fueron abiertas, negocios familiares fueron permitidos y el país se abrió al turismo e inversiones del exterior, mientras Castro intentaba evitar un completo colapso de la economía.
El presidente dijo en esa oportunidad que no tenía opción si quería que el socialismo cubano sobreviviera, pese a la inequidad y a los problemas sociales que las medidas crearían.
Las casas de cambio y los servicios movieron negocios por alrededor de 1.500 millones de dólares el año pasado, excluyendo a los hoteles y a los servicios directamente relacionados con el turismo.
El índice de ingresos Gini de Cuba, que refleja la inequidad, subió desde 0,24 en 1986 a 0,38 en el 2000, según el profesor de La Habana Myra Espina en un estudio publicado en Cuba. Una perfecta equidad es evaluada con un 0 en el índice y una inequidad completa con un 0,99.
El índice tiene un estándar internacional ampliamente usado para medir la inequidad, aunque no toma en cuenta la salud y la educación, que son universales y gratuitas en Cuba.
La mayoría de expertos locales dicen que el índice Gini de Cuba ha subido mucho más desde el 2000, pese a que no hay disponibles nuevas cifras y creen que es aún menor que en otros países de Latinoamérica, en los cuales tiene a estar entre 0,50 y 0,60.
(Reporte de Marc Frank. Editado por Silene Ramírez)
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