Título: Hablan las Damas. Entrevistas con 24 Damas de Blanco, familiares de presos de conciencia de Cuba
Autor: Entrevistas de María Ángeles Altozano, Rosa María Espinosa y Ricardo Carreras Lario
Editorial: Solidaridad Española con Cuba
Páginas: 236
Las Damas de Blanco son un movimiento cívico que agrupa a esposas y familiares de presos políticos cubanos. En este libro se recogen los testimonios de 24 de ellas que, a lo largo de otras tantas entrevistas, describen su vida y su compromiso con la verdad. Una ajustada descripción de la actual situación de Cuba. Un ejemplo de dignidad, coraje y resistencia frente a la mentira
PREPUBLICACIÓN
Dolia Leal, esposa del preso político Nelson Aguia
-M.A.A.: Como miembro y cofundadora de las Damas, ¿cuál es tu labor?
-D.L.: Yo voy a todos sitios con la camiseta donde está la imagen de Nelson (su marido), llevo siempre el sello, las insignias de las Damas...todo. Y no me importa hablar de ellos donde sea, y explicar cuál es la situación de nuestros hombres. El pueblo cubano no está informado, está encerrado en esta isla como en una olla a presión, y esto lo saben 500 ó 1.000 personas, pero es que somos once millones. Por eso yo lo cuento. Imagínate, hay gente que cuando me ve el pulóver me dice «ah, ¿su esposo qué, está preso en Estados Unidos?». La gente aquí no sabe nada, muy pocos. Aquí no hay acceso a nada. No hay Internet. Por eso yo soy la radio, la televisión, voy a todas partes con la camiseta de los prisioneros puesta, y les cuento a la gente quienes somos, y cómo están sufriendo nuestros esposos. (...) Yo soy una persona muy directa y honesta, y no oculto nada, cuento lo que sea donde sea. Voy en el ómnibus y si alguien ve mi pulóver y me pregunta lo cuento, aunque se entere todo el mundo, porque no estoy diciendo nada que no sea cierto (...)
-M.A.A.: Es una actitud muy valiente. Pero, ¿alguna vez has sentido miedo? (...)
-D.L.: No tengo miedo. Lo he perdido todo en la vida. Los agentes de la Seguridad del Estado me dicen que me tienen aplastada, como a una cucaracha. Muchos dicen que somos asalariadas del imperialismo, y yo digo que si fuese asalariada no estaría así, no viviría en la casa en la que vivo, donde todo está roto. (...)
-M.A.A.: Te han hecho ya varios actos de repudio, ¿en qué consisten esos actos exactamente?
-D.L.: Sí, me han hecho tres actos de repudio. Por ejemplo, recuerdo el que me hicieron cuando el Parlamento Europeo nos otorgó el Premio Sajarov. Acudieron más de 200 personas a la zona donde vivo, haciendo ruido y montando escándalo. Subieron hasta mi casa 30 ó 40 personas, les abrí y me dijeron de todo, cosas muy feas....que si era asalariada del Imperio, que acababa de ganar 60.000 dólares. Yo me reí y les contesté muy tranquila, muy suave, que si tuviera ese dinero no viviría tan mal, y que aunque así fuera cambiaría todo ese dinero a cambio de la libertad de mi esposo que está muy grave, y eso no se compra, la salud la da Dios.
Después estas personas no me dijeron nada más. Se marcharon. En la calle habían montado una tribuna de madera y un hombre gritó a los demás que había que lincharme, y otro dijo «sí hay que castigarla, pero no darle golpes» (...) El gobierno es el único empleador aquí (...) La gente sabe que si no van a un acto de repudio en la calle 28 pueden sufrir represalias. Incluso muchos vecinos me han pedido perdón por haber participado en los actos de repudio, y me han dicho que lo han hecho porque les han obligado. Aquí hay una doble moral: «no quiero, pero me obligan». A mí me despidieron del trabajo (...) por haber participado en reuniones de activistas, y formar parte del partido que llevaba mi esposo. Y después de despedirme me siguieron amenazando los agentes de la Seguridad, me decían que si seguía metida en actos contrarrevolucionarios Nelson la iba a pagar, que iban a ir a por él. Y así fue, a Nelson en su trabajo lo fueron descendiendo cada vez más, hasta que en 2003 lo encarcelaron (...) (Mis vecinos) me dicen: «Dolia, ese es tu problema». Y es verdad. Ellos cooperan con el tirano, porque están horrorizados. Saben que si no cooperan se verán como nosotras, y ellos no quieren vivir este infierno.
Miriam Leiva, periodista independiente y esposa del ex preso político Óscar
-M.A.A.: Según los análisis económicos de Óscar, y según lo que usted está viviendo, ¿cuál es la situación económica de Cuba en estos momentos?
-M.L.: Es un desastre. Hay una involución económica enorme, y los sistemas llamados «logros de la revolución», como la seguridad social, la salud y la economía, se están destruyendo. Los salarios son muy bajos, y además hay mucha corrupción porque para poder sobrevivir aquí en la isla se usa el mercado negro, donde compran en divisas los que pueden, porque la moneda cubana casi no vale nada y no todos tienen acceso a la divisa, eso es para quienes tienen familia fuera que les envía dinero... La diferencia social es muy grande... Y el transporte, no existe. Todo está mal. A partir del 31 de de julio, cuando se anunció la enfermedad de Castro, la gente ha estado esperando a que las cosas cambiaran y mejoraran, aunque también estaban temerosos de lo que pueda pasar. La gente aspira al cambio. La transición cubana ya está en la mente y en el corazón del pueblo cubano. Y eso el gobierno cubano tiene que entenderlo.
-M.A.A.: Al oírle decir eso entiendo que es usted positiva con respecto al futuro de Cuba.
-M.L.: Sí, ¡claro! Soy positiva porque la historia no se puede detener. Ya llevamos 50 años con el mismo sistema, un sistema que en principio nosotros mismos apoyamos, pero luego se demostró que era una gran farsa. Y ahora al faltar Castro, que es una figura emblemática, que nos acostumbró a todos a decirnos qué teníamos que decir, qué teníamos que hacer, y qué no, el cambio es necesario. Hay que sacar al país de la crisis en la que está. Puede que demore meses, pero la transición en Cuba es inexorable porque el curso de la historia no se puede detener.
-M.A.A.: ¿Qué le diría, o qué le pediría a la gente que viaja a la isla? ¿Y qué le parece que vayan de viaje a Cuba?
-M.L.: (...) Les diría que salgan de los hoteles, y que no se atengan a los programas turísticos que son programas del gobierno y que es todo prefabricado. Que salgan y que hablen con las gentes y así verán que están reprimidas, que tienen miedo porque sienten que los vigilan y por eso repiten lo que el gobierno les dice que digan. Les aconsejo que salgan de los hoteles y hablen con la gente, con los disidentes, y visiten nuestras casas para que vean cómo vivimos los «supuestos» mercenarios; cómo viven nuestras familias, todas las necesidades que tenemos y cómo torturan y persiguen a los disidentes pacíficos. Creo que las visitas a la isla son muy buenas. Primero porque la gente que viene, los turistas, no transmite el mundo que está fuera, las cosas de allá a las que nosotros no tenemos acceso. Y también porque así pueden conocer Cuba realmente (...)
-M.A.A.: Y su día a día como Dama, ¿cómo es? ¿qué hacen?
-M.L.: Las Damas estamos haciendo cosas permanentemente: vamos a misa los domingos, caminamos por la 5ª Avenida, nos reunimos una vez a la semana en la casa de una de nosotras... estas son sólo algunas de las actividades que hacemos. Además tratamos de que vengan todas, de que seamos las máximas posibles, y eso no es fácil porque el gobierno trata de que no podamos reunirnos; para las Damas de las provincias del centro es muy complicado ya que les impiden incluso viajar a La Habana, y las vigilan más porque al ser menos es más fácil para ellos tenerlas controladas (...)
Julia Núñez, esposa del periodista independiente Adolfo Fernández Saínz
-M.A.A.: Julia, ¿qué es de Cuba en estos días? ¿Cómo están las cosas por allá?
-J.N.: Aquí todo sigue igual...el transporte mal, la situación económica mal... todo es muy difícil aquí... Y además hay mucha ignorancia con respecto a lo que está pasando en Cuba en estos momentos, ignorancia por parte del pueblo en general, que no saben nada de lo que ocurre, sólo se informan por medios oficiales, como el diario «Granma» o las mesas redondas. Nosotras al menos estamos más informadas, porque tenemos acceso a Internet en algunas embajadas. Pero el pueblo en general no, por eso ellos nos preguntan a nosotras, que qué pasa, que cómo vemos las cosas...
-M.A.A.: Y en relación a los prisioneros de conciencia, ¿cómo están ellos?
-J.N.: Están muy afectados por la muerte de Miguel, porque se ha muerto uno de los 75, uno de ellos. Miguel estaba muy delicado, el hombre se mantenía, seguía trabajando por la democracia, pero sí que estaba muy enfermo. Salió muy enfermo de prisión; él tenía ya las visas para Holanda y para Estados Unidos, para ir a curarse, pero no consiguió el permiso de salida. Nosotras pensamos que de haber podido irse, se habría prolongado su vida, y por eso es aún más triste lo que ha pasado. (...)
-M.A.A.: Preparas ahora tu viaje, mañana sales porque la visita a Adolfo es el día 19, ¿cuánto tiempo hace que no os veis?
-J.N.: ...No nos vemos desde el 19 de noviembre. La visita de familia es cada dos meses, imagínate. Además no pudimos celebrar juntos la Navidad, porque no hubo visita. La celebramos pero cada uno por su cuenta (...)
-M.A.A.: Además de las visitas, ¿qué tipo de contacto mantienes con él? ¿Habláis a menudo?
-J.N.: Sí, además de las visitas hablamos por teléfono... (Julia comenta que hablan poco tiempo, y de nada confidencial o íntimo porque están controlando las llamadas, pero que con eso le basta).
-M.A.A.: ¿Cómo está él?
-J.N.: Él está bien espiritualmente y muy fuerte. Incluso es él quien nos da ánimos a nosotras. Adolfo es un hombre muy creyente y eso le proporciona mucha ayuda moral y espiritual. Él siempre dice «Yo estaré aquí, hasta que Dios quiera». Es un hombre muy fuerte...
-M.A.A.: ¿Y cómo te sientes tú?
-J.N.: Yo tengo mucha fe. Pienso que claro que va a haber un cambio. Esto que les han hecho a nuestros hombres es una injusticia tan grande, que tienen que rectificar y cambiar las cosas. Y por eso nosotras no podemos desfallecer en nuestra lucha.
(Entrevistas realizadas por María Ángeles Altozano)