El cardenal Secretario de Estado el Vaticano Tarcisio Bertone ha viajado a Cuba en un viaje previsto en su agenda desde hace tiempo, pero imprevisto en su repercusión. Y es que en la víspera de su partida hacia la isla, inesperadamente, Fidel Castro anunciaba su renuncia a la jefatura del estado, que ha ocupado durante casi medio siglo.
Esta es la razón por la que la visita de Bertone a Cuba –cuyo motivo no era otro que recordar la visita de Juan Pablo II a la isla hace diez años– adquiere una relevancia especial y ha tenido abundante eco en la prensa internacional.
El cardenal llevó a los obispos de Cuba una carta del Santo Padre Benedicto XVI en la que el pontífice escribe que “el anuncio del Evangelio de Cristo sigue encontrando en Cuba corazones bien dispuestos para acogerlo, lo que conlleva una responsabilidad constante para ayudarles a crecer en la vida espiritual, proponiéndoles ese alto grado de la vida cristiana ordinaria propio de la vocación a la santidad de todo bautizado”. En otro punto de su carta, el Papa alienta a que la iglesia de Cuba continúe su labor “en favor de los más necesitados, con obras concretas de servicio y atención a los hombres y mujeres de cualquier condición, que merecen ser sostenidos no sólo en sus necesidades materiales, sino acogidos con afecto y comprensión”.
Al comentar el viaje, la mayoría de los diarios se refieren a lo emblemático de la Santa Misa que celebró el cardenal en la catedral de La Habana el día 21 de febrero y que fue emitida por la televisión cubana. El corresponsal de El País recuerda que “este raro privilegio de hablar en vivo y sin cortapisas a las masas desde la televisión estatal lo tuvo el papa Juan Pablo II, en 1998, el ex presidente Jimmy Carter, dos años después, y pocos más”. En el plan previsto por el jefe de la diplomacia vaticana destaca la cena que ofrecerá a las autoridades cubanas en la sede de la nunciatura: seguramente será esta la primera visita de un representante extranjero al nuevo líder de gobierno cubano.
Para el ABC, la Iglesia puede representar un papel relevante en el proceso de cambio que iniciará Cuba tras la renuncia de Castro. En un editorial del 22 de enero, recuerda “que la Iglesia ha desempeñado un papel determinante en muchos países del este de Europa en el largo y complejo proceso de transición hacia el pluralismo democrático”. Del mismo modo, la Iglesia católica ”podría contribuir a suavizar tensiones en Cuba, cuya tradición histórica y cultural sigue vigente a pesar de tanto tiempo de represión”.
El New York Times habla de la posibilidad de una próxima visita del Papa a Cuba. Destaca en este sentido que, según dijo Bertone en la Misa al aire libre en la capital, Fidel invitó al Papa Benedicto XVI a visitar la isla en 2005. En palabras de este mismo rotativo, las palabras de Bertone llevaron al arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, a preguntarle sobre ese presunto viaje del Papa a Cuba y para renovar su invitación al Pontífice: “el Santo Padre escuchará esta misma noche su invitación” aseguró Bertone, confiando en que pueda realizarse pronto.
En Italia, La Stampa recoge en un artículo de Filippo Di Giacomo, una reflexión sobre el lugar ocupado por los católicos en Cuba. Afirma que “en las últimas décadas han asumido una identidad social creíble y reconocida, encarnándose en una realidad histórico-política en evolución. La iglesia de Cuba -sigue diciendo Di Giacomo- ha conseguido mantenerse en la pobreza, sin ambicionar ninguna forma de poder, haciéndose presente con una clara vocación de paz”. Para el articulista de La Stampa, con esta actitud han logrado crear una tupida red de iniciativas a través de la cual “los católicos mantienen una fuerte atención sobre los problemas sociales y los temas sensibles como la economía, la escasa actitud democrática de las instituciones y la constante limitación de la libertad individual”.
Desde la visita de Juan Pablo II a la isla, hace ahora diez años, el número de los católicos en Cuba está creciendo, según muestran las estadísticas. La última edición del Anuario Pontificio (2007) revela que en este país de más de once millones de habitantes, el 59,66% son católicos. En los últimos años los datos muestran una evolución positiva: en 2007 había 200 sacerdotes diocesanos (169 en el de 2001), 145 sacerdotes religiosos (134 en 2001), 60 diáconos permanentes (52 en 2001), 37 religiosos no sacerdotes (28 en 2001), 642 religiosas (546 en 2001), 1.800 misioneros laicos (520 en 2001).
Muchos de los que van a Misa hoy en día en Cuba son fieles que han regresado a la Iglesia o que han decidido bautizarse en el último decenio, después de la visita de Juan Pablo II.
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