MAURICIO VICENT - La Habana - 30/09/2008
Los cubanos se preparan para un duro invierno. No se trata del clima: las secuelas de los huracanes Ike y Gustav ya se empiezan a notar en la mesa y en la cartera. Desde hace un par de semanas, muchas viandas y hortalizas escasean en los agromercados y el precio de algunos productos, como la cebolla, han aumentado entre un 50% y un 100 %. El fantasma del desabastecimiento se hace cada vez más real en la isla, y el Gobierno ha anunciado severas medidas contra los especuladores y quienes traten de "sacar provecho de necesidades apremiantes de los ciudadanos".
El diario Granma publicó el lunes una nota oficial en la que advierte que mantendrá estables los precios de los alimentos aunque para ello tenga que recurrir a la fuerza. Así, informó de que en los mercados agrícolas estatales, donde la variedad de la oferta es limitada, se mantendrán los precios subsidiados, mientras en los agros regidos por la ley de la oferta y la demanda, más abastecidos y caros, donde concurren los campesinos privados, se "establecerá provisionalmente como precios máximos los existentes antes de los huracanes para un grupo de productos básicos".
Granma afirma que los que violen la ley "en las circunstancias especiales actuales" se les aplicarán severas multas y sanciones. Según se ha informado, estas pueden ir desde el decomiso de mercancías y propiedades personales hasta penas de cárcel.
Los huracanes Gustav e Ike destruyeron entre fines de agosto y comienzos de septiembre un 30 por ciento de los cultivos de la isla, dañaron medio millón de viviendas y provocaron destrozos por 5.000 millones de dólares, según cifras oficiales. Los datos de pérdidas incluyen 700.000 toneladas de alimentos, un millón de pollos, 110.000 cerdos, 12.000 toneladas de carne porcina (un 8 % de lo producido en la isla el año pasado) y casi dos millones de litros de leche dañados.
Junto a las medidas coercitivas para evitar que se disparen los precios de productos agrícolas, el Gobierno aseguró que no aumentará el precio de los artículos básicos en tiendas en divisas y anunció que importará más alimentos para enfrentar la escasez que se avecina, y que puede ser grave en los próximos meses.
Recientemente, la ministra en funciones de Agricultura, María del Carmen Pérez, advirtió que era urgente "potenciar" los cultivos de ciclo corto, como la calabaza, pues "de ello dependerá la comida de que se pueda disponer en los meses venideros''. Pérez indicó entonces que el gobierno ha trazado planes estratégicos de emergencia para asegurar que el impacto en la población sea el menor posible, aunque advirtió que "'siempre se harán sentir las consecuencias de un fenómeno tan devastador".
En poblados y ciudades duramente golpeadas por las tormentas, fundamentalmente en Pinar del Río, la Isla de la Juventud y las provincias orientales del país, la población ha comenzado a quejarse por la pobre distribución de alimentos y artículos básicos como leche, pan y arroz. En muchos de estos lugares se ha dado a los habitantes una cuota doble de la cartilla de racionamiento, pero aun así no alcanza para aplacar las necesidades y el malestar de la gente.
La Habana se salvó del efecto devastador de los huracanes pero no de sus secuelas. La semana pasada, en el principal agromercado del barrio del Vedado, el precio del kilo de tomates era 40 pesos, el de pepino 20 y el de ajo 16, casi el doble, en todos los casos, de lo que costaba antes del paso de los ciclones. El salario medio mensual en Cuba es de 408 pesos, aproximadamente 13 euros.
Ayer, en algunos pequeños puestos de verduras de la capital se cuestionaba la eficacia de las sanciones para evitar que se disparen los precios. "Lo que va a traer es más desabastecimiento: ahora, con topes de precios establecidos a la fuerza por el Gobierno, las cooperativas y campesinos privados - que producen el 60 % de los alimentos - no van a querer llevar sus mercancías a los agros", comentó el empleado de uno de estos establecimientos. ¿Su pronóstico?: "Esto va a estar pelado dentro de una semana".
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